lunes, 30 de marzo de 2015

Carta a una desconocida IV.


Esta será la última vez que te escriba.
Porque se acabó.

El redil que me mantenía atada,
se abrió para llegar a algo mas puro, real...
a tu consciente.

Eso es,
he sabido que eras real,
que mi "yo superior" ha tocado fondo,
y nada era como te esperaba.

Y que incertidumbre sentí, cuando de su boca salían palabras con destino a la mía. Que inseguridad sintió mi presencia cuando compartíamos espacio y tiempo. Que inquietud la de mis ojos que no sabían mirarte, a pesar de recorrerte desde aquella primera vez que te vi pasar.

Y sin embargo, que seguridad traías contigo que ni te moviste del suelo, mientras que yo vagaba sin tocar las baldosas de aquel bar. Que forma tan ágil de aplicar la resolución a aquella ecuación llena de incógnitas durante horas en aquel banco.

Que confusión, que perplejidad, que desequilibrio e inestabilidad
frente a frente
a la firmeza, certeza y tranquilidad.

¿Como tan solo diez segundos pueden cambiar el resultado?
Variar los números, cambiar X por Y y dibujar la gráfica de pulsaciones. Como se puede alterar la incógnita y que en diez minutos formes una función, con nudo y desenlace. Nunca se me dieron bien los números, ni las letras, no soy especialista en nada. Y seguro que ella esperaba que tuviese un don de palabra que le hiciese estrujarse los brazos, pero que triste que se tuviese que encontrara con el absurdo nerviosismo de mi cuerpo, del que se cansan antes de conocerme.

Conocerme, conocerse. 
En eso consistía.

Y digo que no fue como esperaba, porque siempre solemos vivir dentro de burbujas, frágiles, cristalinas...volando gracias a la imaginacióon y perdidas en universos infinitos. Mi burbuja, sin previo aviso, explotó,chocó...y todas mis ideas y mi mundo se hizo trizas.Yo solo esperaba verte pasar un día mas.
Pero surgió lo que no esperaba.Saber que había aire fuera de la burbuja, superar mi universo, tocar la realidad, sentir entre mis dientes tu voz o tu mirada sobre mi retina

Y es por esto,
por lo que se acabó.
Porque esa muchacha que pasaba frente a mi banco,
ya no es la misma.

Ya no es una desconocida,
lo que sabré de ella,
estará escrito en el día a día de mi vida real,
superando la ficción. 


Sheila.