domingo, 19 de julio de 2015

Mi yo menor.



Aún recuerdo las palabras de mi madre, cuando de pequeña, me obligó a ir sola a aquella tienda de barrio. Aquel mostrador enorme, tenía unos centímetros más por encima de mi frente, aunque a veces, disimuladamente, me daba el lujo de descubrir un poco más de aquella tienda dejando la punta de mis zapatos clavada en aquellas baldosas antiguas.

Aquel primer recado, me hizo sentir que me hacía mayor, a pesar de que usara una 28 de pantalón y mi madre me espiase por la ventana. Antes de cerrar la puerta, ella pronunció unas palabras que repetí por el camino: “Llegaras lejos, siempre que vayas de la mano de esta educación que estamos forjando, y tú serás el fruto de la mía.” Siempre supe que yo no me parecía a aquellas personas que iban a comprar aquella tienda, y creo, que aquel tendero, se daba cuenta. Mientras las demás personas observaban las nuevas ofertas o hablaban de rumores de barrio, yo solo pensaba en como dirigirme a aquel hombre mayor. Siempre me costó parecerme al resto y actuar con el desparpajo que lo hacían los demás, por lo que al llegar a casa, me sentía a salvo de aquel mundo que parecía no encajar con el mío.

Veinte años después, los pies me sobresalen de la cama y aquel mostrador enorme, me alcanza a duras penas por la cadera. Sin embargo, sigo yendo a aquella tienda de barrio con las mismas sensaciones y oyendo los mismos rumores, pero de generaciones diferentes. No ha cambiado nada. Soy mi yo menor, en un cuerpo mayor. Sigo sintiéndome a salvo dentro de mis cuatro paredes, y a veces salir me inclina hacia una tensión que alcanza ponerme nerviosa. A veces, sigo sintiendo que no encajo con la realidad de fuera y que la sencillez en esta vida, resulta ser lo más complicado. Soy mi yo menor, pasando de puntillas por la vida con diez tallas más a mi primera vez, sin querer alterar el orden de las cosas, aunque dichas cosas, alteran mi vida sin permiso y sin educación, pisando fuerte.

Mi yo menor guiado por exigencias forasteras que no conocen adentros, por miedos y manías. Mi yo menor jugando a seguir la corriente, porque cuesta seguir contra marea. Mi yo menor (sobre)viviendo, en un mundo mayor ,que se escurre entre mis manos.


Y llegará el anochecer,
como cada día,
y mientras el mundo duerme,
cuando nadie me ve,
podré acariciarte,
de la forma tan natural como recién llegada a la vida,
y sin permisos, ni educación…
podré decir que estaré amando a mi yo menor,
en este cuerpo mayor.



Sheila.