Resulta difícil en muchas ocasiones entender los duros latigazos que
nos puede dar la vida. Y nos invade la cabeza el ansia de encontrar
respuesta al “por qué”, debido al dolor producido de alguna honda
herida, o que peor… la ausencia de algo que tuvimos, y ya no está.
Y de verdad que me resulta difícil entender la repugnante avaricia de
los que tienen y quieren más, los malos tratos, los límites u
obligaciones autoritarios o la superioridad
de unos sobre los otros. Pero te prometo que todo esto no existe en mi
mundo cuando mi mente cae en la cabezonería de intentar entender la
tristeza que se ha abrazado a tu cuerpo. No se explicar lo que pasa por
mi mente cuando veo salir de tus ojos una gota de tu lluvia, pero me
volvería un genio obcecado por una invención, que aunque realmente
utópica, hiciese volver esa lluvia a su verdadero cielo y no al tuyo.
Sin embargo, siento no ser un genio, siento no poder devolverte la
ausencia de lo que aun oyes, pero si quieres nos fundimos los tres en un
abrazo: tú, yo y tu tristeza; y quizás en vez de cuatro lágrimas, solo
se te escapen dos. Si quieres puedes contar conmigo para llover juntos,
atormentándonos y olvidando la realidad mediática que hacen parecer
importante, y damos importancia a lo importante como que tu corazón, de
repente un poco más viejo a tu joven edad, puede caer sobre el mío
siempre que necesite soltar las cuerdas.
Sheila.