jueves, 3 de diciembre de 2015

Regreso a Nunca Jamás.


Llevo más de un tiempo corriendo detrás de la sombra de aquel recuerdo que empiezo escribiendo con M de melancolía.

Llevo más de un tiempo resistiéndome a creer que verdaderamente tengo que aceptar que aunque te siga tocando, hay algo que ya no está. Que el tiempo corre y la vida con él y un día te encuentras en una estación desconocida echando de menos el equipaje que dejaste olvidado por la prisa que tenías en crecer.

Y entonces, te sientes inmigrante en un cuerpo que se ve desnudo sin todo aquello que perdiste por el camino. Parece que no te reconoces y anhelas aquellos paseos en los que jugabas a dar pasos de gigante para que tu sombra no corriese delante de ti. Pero cuando te das cuenta de que te exigen vivir sin importar pisar tu sombra, ahí te encuentras, cogiendo trenes de regreso hacia el país de Nunca Jamás por raíles que desaparecían conforme viajabas hacia tu juventud. 

Sin embargo, a pesar del tiempo, la vida y las arrugas, sabrás que no cesará el deseo de encontrar trenes que tengan como ultima parada el símbolo de aquellos años de felicidad eterna.


Sheila.

jueves, 15 de octubre de 2015

Todo lo que no te dije.

Guardo en un cajón aquellas palabras que no pudieron salir de mi boca cuando aun podía decírtelas. Sé que siempre sabrás que voy de la mano con mi cobardía, pero no quise asomarme al precipicio de tus labios por no sentir el vértigo que seria rozarlos siempre que te necesitase.

Soy cobarde contigo, porque lanzarse al vacío de tu boca debe ser una caída libre en la que mientras caes no piensas en lo que estas haciendo y en donde nadie te espera arriba para un retroceso en el que te quites los arnés de seguridad. Decirte todo lo que no te dije es observar con un espejo el paisaje desde la cima más alta de tu cuerpo y correr el riesgo de que tu emoción me empuje a vivir todo aquello que no estamos viviendo. 
Una vez me dijeron que la gente cree saber querer y juzgan a los demás por no tener la misma forma de amar que ellos.Creo que a nosotras nos paso algo así. Todo fue por mi, porque todo lo que no te dije, forma parte de mi media mitad y era lo que necesitabas. Echaste de menos mis abrazos y que mi respuestas siguiesen el camino de tus proposiciones, pero yo no seguía la misma forma de amar que entendías. 

Todo lo que buscas de mi, esta en aquello que no te dije.
En el hecho de que a veces, 
ando por el borde del precipicio 
y miro de reojo
lo que seria compartir contigo mis deseos de tenerte cerca.

Como seria abrazarte sin miedo, enseñarte a llevar las yemas de tus dedos sobre mi cuerpo y tirarnos de la mano al vacío. Y besarte una y otra vez..., hasta que nos ahoguemos en este mar de dudas que nos esta quitando las ganas de seguir nadando hacia algo que nos mantenga firme y con los pies en la tierra.

La gente cree querer y juzga a los demás por ello.
Yo no creo que me creas nunca,
nadie esperará de mi un abrazo o algún gesto cariñoso,
porque no tendré el valor de saltar tan fácilmente,
pero mientras me estés odiando por no quererte como los demás te han hecho creer,
yo estaré pensando en ti,
a pesar de saber que todo lo que no te dije,
hubiese salvado,
todo lo que no estamos viviendo.


Sheila.






Tres puntas.

Anoche soñé contigo,
fue tan real que aun creo tenerte.

Que curioso los sueños,
que sacuden hasta el polvo ya olvidado del pasado,
o enciende una hoguera sin ni siquiera un suspiro de gas.

Crees tocarlo,
crees sentirlo
y hasta el corazón se te encoge.
Como se me encoge a mi,
al recordar que anoche te besaba,
que eras tan alcanzable
que llegue a creer que era posible tenerte...

Anoche soñé contigo,
siento que tu lo sabes,
que también sentiste ese suave roce de mis labios,
y sin embargo,
cruzas ante de mi como si nada...
pero yo sé que crees disimularlo,
y que el beso que me diste anoche
también rozo tu realidad.

Yo se que tu también te despertaste sobresaltada
y que ahí estaba.
Sin embargo,
a ti no te acompañaba el mismo que a mi...
tu sentías una paz interior
acurrucada en los brazos de aquel ángel.

Yo en cambio....

creí morir en los vaivenes de aquel diablo
que me miraba sentado en el borde de la cama.
Creí morir en su calor,
y fijamente me dijo mirando a los ojos
algo que no he podido olvidar en todo el día.


Cuando tus sueños más placenteros,
puedan llegar a convertirse en tu mayor pesadilla ,
corres el riesgo de tener miedo a soñar,
por el miedo a chocar con tu realidad.

Y no hay nada peor,
que una cabeza golpeada por dentro
con los tridentes de tus verdades mas ocultas.




Sheila.




viernes, 2 de octubre de 2015

Que precioso misterio con el que juego.



Decía Buñuel,
que el misterio
es el elemento clave de toda obra de arte.

Que precioso misterio con el que juego,
cuando todos creen saber de mí,
y no saben nada,
aunque nada sea todo lo que existe,
y yo lo transforme en luz,
y lo acaricie cuando nadie me ve,
en secreto.

Que precioso misterio con el que me encuentro,
cuando me quito este pellejo
y puedo ver todo lo que en mis adentros se esconde.

No puedo negar el escozor de esta piel en carne viva,
susceptible hasta al mínimo roce del aire,
y  tan supurante de esos secretos 
que pierden la imposibilidad,
cada vez que me da por hacer menos enigmático,
el misterio de lo que seria hacerlo.

Pero que precioso es conocerme a causa de tu misterio,
de mi deseo,
de mi cuerpo respondiendo ante las probabilidades
del ser o no ser,
y que maravillosa obra de arte puedo hacer,
sin apenas tocarte.


Sheila.

martes, 29 de septiembre de 2015

Inconfesiones.



Permíteme que comparta contigo una noche. Una noche que jamás sucederá.
Permíteme ser el amante de la fidelidad por esta noche y abrir la caja de los deseos por cumplir en mi próxima vida. Caminare sigilosa y descalza por el pasillo de la conciencia hasta llegar a aquel lugar pagano, donde los poros de mi piel noten el calor y el frio de conocer al diablo y a Dios en un mismo instante.


Donde por una noche,
deje que el calor me susurre al oído,
todo aquello que de puertas para dentro,
siempre he deseado escuchar de tu boca.


Sheila.

martes, 15 de septiembre de 2015

Yo también.


Yo se como ella sufre.
Lo sé, porque yo también lo he vivido.

Yo me enamore perdidamente de algo que ahora sé que no era para mi, pero en su momento lo fue.
Yo le amaba, aunque no me atrevería a decir como nunca he amado a nadie, pero sé que jamas lo he vuelto a sentir. Fue mi primer amor, un primer amor que era mio, aunque no lo fuese.

Abrazaba su cuerpo, aunque en aquella habitación solo hubiese ausencia. Me sonreía y, para mi, ese día no se acababa el sol, no existían apagones, aunque supiese que en ese mismo instante, ella estuviese regalando su luz a otro cielo que no era el mio. Aun así, después de maldecirla, le seguía amando. Conté mis pasos de su casa a la mía y aún los guardo en aquel cuaderno, aunque ya cruzo su puerta sin darme cuenta. No dormía por verla dormir, y cuando ella no dormía, me robaba los sueños a mi. Contaba las caricias que se le escapaban sin ser consciente y a modo de jeroglífico las apuntaba en un papel, porque ella no estaba destinada a leerlo de una forma distinta a como yo lo iba a entender.

Le amé en silencio. En las más amargas noches del no poder y en los días mas brillantes de su sonrisa. Aprendí con el tiempo, que la mejor y única curva que podría manejar de ella iba a ser siempre su sonrisa, su boca. Entonces, luché porque de la mía no saliese un terrible y tembloroso "te amo" en algún aspaviento de emociones al verla reír. Y así fue como mi amor se quedo enfocado en su boca. Así fue como yo rozaba su curva más preciosa, sin que ella se diese cuenta. Le veía feliz, y yo... me había enamorado desde que la vi de su sonrisa. Fue un poco mía, sin ser.

Es por esto,
por lo que no tendré la suficiente valentía de decirte algún día, que yo también. Porque me da miedo que me quieras como yo he querido. Por que no he vuelto a sentir aquello que había deseado que alguien, alguna vez en mi vida, lo sintiese por mi. Pero ahora te veo en mi piel y me das miedo, porque te quiero tanto que jamás soportaría ser aquellos ojos inconscientes del amor que con quince años me hicieron tanto daño. No puedo ser el papel central, porque siempre he sido un actor secundario que observaba detrás del director.



Creyendo escapar del guión yo cierro los ojos pensando que no me ves, que lo que toco no eres tu. Creyendo que eres el aire que no sufre, que solo roza y acaricia, libre del daño que todo ser humano puede llegar hacer a tu bella naturaleza.



Sheila.

sábado, 22 de agosto de 2015

Nunca acabar.


Vuelven como cada noche.

Viajan desde el interior,
vuelan dentro de la cúpula de cristal
con vistas a la vida.
A mi vida.

Un mirador único
donde se reunen y revolotean
sin ningún remordimiento,
pensamiento tras pensamiento,
persiguiéndose y llenando de calor mi cabeza.

Llenan de calor mi cabeza,
y sin embargo,
vuelven a mis noches frías.
Huyen unos de otros,
pero es imposible escapar de uno mismo
y me llevan hacia la angustia
al mismo tiempo que veo el amanecer por mi ventana.

Entonces,
el día se asoma,
los demás despiertan,
y me regalan una sprint final
donde me evaporan los cristales de mi retina,
condensando mis miedos más profundos al exterior,
precipitando las lágrimas al vacío.

Vacío,
como parecía aquel cuarto,
cuando la observe encima de la cama con últimos suspiros de vida.
Pero como un cuento,
 un rayo de sol penetró en todo su ser,
y desde la cama,
me vi desaparecer de aquella esquina de la habitación
y supe,
que era el cuento de todas mis noches:
el de nunca acabar.



Sheila.


domingo, 19 de julio de 2015

Mi yo menor.



Aún recuerdo las palabras de mi madre, cuando de pequeña, me obligó a ir sola a aquella tienda de barrio. Aquel mostrador enorme, tenía unos centímetros más por encima de mi frente, aunque a veces, disimuladamente, me daba el lujo de descubrir un poco más de aquella tienda dejando la punta de mis zapatos clavada en aquellas baldosas antiguas.

Aquel primer recado, me hizo sentir que me hacía mayor, a pesar de que usara una 28 de pantalón y mi madre me espiase por la ventana. Antes de cerrar la puerta, ella pronunció unas palabras que repetí por el camino: “Llegaras lejos, siempre que vayas de la mano de esta educación que estamos forjando, y tú serás el fruto de la mía.” Siempre supe que yo no me parecía a aquellas personas que iban a comprar aquella tienda, y creo, que aquel tendero, se daba cuenta. Mientras las demás personas observaban las nuevas ofertas o hablaban de rumores de barrio, yo solo pensaba en como dirigirme a aquel hombre mayor. Siempre me costó parecerme al resto y actuar con el desparpajo que lo hacían los demás, por lo que al llegar a casa, me sentía a salvo de aquel mundo que parecía no encajar con el mío.

Veinte años después, los pies me sobresalen de la cama y aquel mostrador enorme, me alcanza a duras penas por la cadera. Sin embargo, sigo yendo a aquella tienda de barrio con las mismas sensaciones y oyendo los mismos rumores, pero de generaciones diferentes. No ha cambiado nada. Soy mi yo menor, en un cuerpo mayor. Sigo sintiéndome a salvo dentro de mis cuatro paredes, y a veces salir me inclina hacia una tensión que alcanza ponerme nerviosa. A veces, sigo sintiendo que no encajo con la realidad de fuera y que la sencillez en esta vida, resulta ser lo más complicado. Soy mi yo menor, pasando de puntillas por la vida con diez tallas más a mi primera vez, sin querer alterar el orden de las cosas, aunque dichas cosas, alteran mi vida sin permiso y sin educación, pisando fuerte.

Mi yo menor guiado por exigencias forasteras que no conocen adentros, por miedos y manías. Mi yo menor jugando a seguir la corriente, porque cuesta seguir contra marea. Mi yo menor (sobre)viviendo, en un mundo mayor ,que se escurre entre mis manos.


Y llegará el anochecer,
como cada día,
y mientras el mundo duerme,
cuando nadie me ve,
podré acariciarte,
de la forma tan natural como recién llegada a la vida,
y sin permisos, ni educación…
podré decir que estaré amando a mi yo menor,
en este cuerpo mayor.



Sheila.

miércoles, 10 de junio de 2015

Reencuentro.


El pitido repetitivo de la puerta de aquel tren le despertó y tras varios pestañeos, se la encontró frente a frente. Sintió como se inclinó hacia delante, le acaricio su rodilla y entonces supo que había llegado su reencuentro.

Existen trenes de ida y de huida. Ella, huyó durante un tiempo de su cuerpo, de su ser. Pero se topó con su reflejo y con los ojos encharcados, buscó como pudo el destino de aquel billete y llegó a tiempo para ver como en aquel papel, de repente, se reflejaba su nombre, donde antes no ponía nada.

Sheila.

lunes, 27 de abril de 2015

Del pasado y por siempre.


A veces me gusta imaginarme detrás de otra piel y así poder verte de cerca. O ser hoja de aquel árbol que da a tu ventana y espiar detrás de un nido la forma en la que amaneces cuando te da el primer rayo de sol de la mañana en la cara. Me gustaría verte en blanco y negro y sonriendo, en color sepia hace años o en colores vivos cuando miras. 

A veces voy por la calle y te imagino en las caras de las personas, en el reflejo de los escaparates, en los asientos de los coches que cruzan por mi lado o viviendo en algunos de los edificios que forman esta ciudad. Te imagino haciendo tu vida sin mí, te imagino feliz, paseando por los parques, te veo mirando a los ojos, riendo, excitada y llena de vida.

Pero solo hago eso, imaginarte, porque me gusta verte libre, aunque tu libertad limite en la frontera de unos brazos que no son los míos. Como estoy yo, en unos brazos que no son los tuyos, pero libre la una de la otra. Y llegaré a esos labios que se apoyan en los mios y me besan, viviré acorde con su mano, le amaré, pero no seras tú, y en algún momento, por un instante, tanto tu como yo, nos imaginaremos libres con nuestras vidas, pero atadas al recuerdo de aquello inexistente y poderoso que no fue, ni será, porque vivimos amando, y no hay mayor delito que hacer sangrar a un corazón, por culpa del gran misterio de unos labios que jamás probaré por la cobardía respaldada de tan sediente deseo como es sentirla conmigo.

Sheila.


miércoles, 22 de abril de 2015

Tus fantasmas.

Cerró los ojos.
Volvió a su infancia y sentada en el sofá,
sostenía una foto de la mujer que aún no ha llegado a ser.

¿Qué pensara la niña que era, de la adulta en la que se ha vuelto?,
¿Serían los fantasmas de su infancia los que arrastrarían sus arrugas?,
¿Habrá logrado superar la inseguridad de tantos tabús que le produjeron?.
Los malditos tabús ignorantes,
impuestos por normas,
en colegios, familias…generación en generación.
El miedo, las consecuencias de los tabús.

Esa adulta sigue siendo el resultado de los fantasmas de la infancia,
porque al fin y al cabo,
somos eso,
traumas del pasado, de infancia,
aquella etapa tan susceptible, sensible que marcará el adulto que eres.
Aquella en donde,
o te mantienes encima de la raya “siendo lo que quieren que seas”,
o te caes a un lado y se te echa encima el escaparate entero de tan ignorantes enfermedades: prejuicios, estereotipos, directrices, normas según tu género, costumbres ..
que provienen de los tabús del pasado,
del miedo creado no ya en ti,
sino en lo que piensen los demás.


¿Qué le diría la adulta que eres a la niña que fuiste?
Retírate de la raya, cae hacia un lado,
los fantasmas no existen,
son solo recreaciones que han creados los demás en ti.
Vive, abre puertas, tu mente y romperás tabús,
y así la adulta que eres,
podrá demostrar a la niña que tendrá,
que puede ser de todo en este mundo,
menos miedo.


Sheila.

lunes, 30 de marzo de 2015

Carta a una desconocida IV.


Esta será la última vez que te escriba.
Porque se acabó.

El redil que me mantenía atada,
se abrió para llegar a algo mas puro, real...
a tu consciente.

Eso es,
he sabido que eras real,
que mi "yo superior" ha tocado fondo,
y nada era como te esperaba.

Y que incertidumbre sentí, cuando de su boca salían palabras con destino a la mía. Que inseguridad sintió mi presencia cuando compartíamos espacio y tiempo. Que inquietud la de mis ojos que no sabían mirarte, a pesar de recorrerte desde aquella primera vez que te vi pasar.

Y sin embargo, que seguridad traías contigo que ni te moviste del suelo, mientras que yo vagaba sin tocar las baldosas de aquel bar. Que forma tan ágil de aplicar la resolución a aquella ecuación llena de incógnitas durante horas en aquel banco.

Que confusión, que perplejidad, que desequilibrio e inestabilidad
frente a frente
a la firmeza, certeza y tranquilidad.

¿Como tan solo diez segundos pueden cambiar el resultado?
Variar los números, cambiar X por Y y dibujar la gráfica de pulsaciones. Como se puede alterar la incógnita y que en diez minutos formes una función, con nudo y desenlace. Nunca se me dieron bien los números, ni las letras, no soy especialista en nada. Y seguro que ella esperaba que tuviese un don de palabra que le hiciese estrujarse los brazos, pero que triste que se tuviese que encontrara con el absurdo nerviosismo de mi cuerpo, del que se cansan antes de conocerme.

Conocerme, conocerse. 
En eso consistía.

Y digo que no fue como esperaba, porque siempre solemos vivir dentro de burbujas, frágiles, cristalinas...volando gracias a la imaginacióon y perdidas en universos infinitos. Mi burbuja, sin previo aviso, explotó,chocó...y todas mis ideas y mi mundo se hizo trizas.Yo solo esperaba verte pasar un día mas.
Pero surgió lo que no esperaba.Saber que había aire fuera de la burbuja, superar mi universo, tocar la realidad, sentir entre mis dientes tu voz o tu mirada sobre mi retina

Y es por esto,
por lo que se acabó.
Porque esa muchacha que pasaba frente a mi banco,
ya no es la misma.

Ya no es una desconocida,
lo que sabré de ella,
estará escrito en el día a día de mi vida real,
superando la ficción. 


Sheila.








sábado, 28 de febrero de 2015

Imagino por encima de las posibilidades.



Imagino por encima de las posibilidades un futuro amable y accesible, 
donde crean que eres tú y no ellos,
donde no me vea cogiendo una maleta de lágrimas,
 alejándome del suelo que habito,
el cual lo empobrecen otros con su fuerte intolerancia e hipocresía,
y dando gracias, aún,
algún padre o madre de familia pueda hincar las rodillas y limpiar la porquería, 
siendo esto una alegoría de lo que esperan ya de la vida.

Imagino por encima de las posibilidades tener estabilidad en esta vida,
poder echar a volar sin que tenga que seguir atada a las cuerdas de la dependencia.
Independencia,
¿dónde?,
¿dónde se encuentran las oportunidades?,
que me arde la cabeza cuando me hablan de emprendimiento.
Pero, decirme, ¿ que emprendimiento? como vamos a emprender empezando la casa por el tejado,
cuando ni siquiera nos dan opción a tener cimientos.
Y además, entre esos tejados que pretenden que construyamos y las bases ignoradas, 
ahí se encuentran ellos, 
viviendo por encima de todas nuestras posibilidades.

Imagino por encima de las posibilidades cuando mañana me vea capaz de seguir imaginando,
a pesar de que me pegaron un movil en la mano y de tener la vista cansada,
de fijarme en un solo brillo, 
el de la triste pantalla, 
que nos educa en creer que nos acerca a los que tenemos lejos,
pero aleja a los que tenemos cerca.
Esclavos de la sociedad y sus inútiles modas,
victimas de exigencias ausentes de contenido,
que no ya en lo intelectual, sino en lo humano,
está acabando con lo que antes se llamaba personalidad.
Vacíos de ideas más allá de subir una imagen al resto del mundo que muestre lo perdidos que estamos.

Nos encontramos por encima de las posibilidades,
de sus posibilidades,
no de las nuestras, 
porque nos la robaron.

Y así estamos,
viviendo por vivir cuando nos dejan,
convertidos en rebaños que cambian la dirección según nos mande algo que ni siquiera existe,
y encima, algunos,
se atreven a llamar de forma ofensiva a los que prefirieron salirse del camino marcado y enfrentarse, endureciendo sus cimientos.

Por eso, a pesar de todo, 
aunque imagine por encima de las posibilidades,
al menos imaginamos,
imaginar....
lo contario a estar muerto,
lo contrario a vida,
vida... que dicen que mientras este,
hay esperanza.

Donde estarás...


Sheila.




miércoles, 18 de febrero de 2015

Su cabeza.



Aunque tiene posados sus pies sobre la tierra,
viven a flote sus inevitables y agresivos recuerdos
perdidos en un enorme mar,
frío y nublado,
lejos de tocar el salitre desde el suelo.

Y atacan a su cabeza cuando se avecina marea alta,
chocando contra sus pensamientos,
embriagándola con tanta rapidez y vomitando aquella espuma asquerosa,
que traen un banco de recuerdos,
o que peor,
deseos.

Deseos en un mar infinito,
que viene y que se van,
que chocan contra su realidad y con la de otros barcos
que naufragan en la intolerancia y la falta de comprensión,
sobre aquellos deseos perdidos sobre el mar.

No diría inalcanzables para ella,
porque siempre he creído en sus poderes,
simplemente son náufragos deseos
que aparecen y desaparecen en su navegar,
que hacen que ella eche el ancla a veces,
y que no llegue a encontrar nada más que eso,

... a pesar de tener una tropa a favor levantando la vela.


Se antepone ante dos hemisferios,
y aunque se quede anclada en el del mar infinito,
donde muchos optaron por tragar y hundirse,
yo siempre la esperare en aquel donde el cuerpo toma tierra,
con determinaciones,
finales...
pero también con descansos en cuerpos que pueden ser eternos.


Sheila.

viernes, 9 de enero de 2015

Perdona el atrevimiento.




Anoche,
mientras buscaba calor entre las frías mantas de este invierno
y la inconciencia me recubría el cerebro,
escuche como venias.

Un ser vivo sin forma definida,
se colaba por debajo de la puerta de la habitación.
Me avisaba a través de sus sombras que iba a adentrarse en aquellas cuatro paredes,
en la oscuridad,
en mi cabeza.

Y sin control sobre mi cuerpo,
una especie de melodía parecida a "Para Elisa"
me alteraba el sistema nervioso y me impedía moverme.
Tras cada trago tembloroso de aire observando aquella habitación,
que de repente,
fue misteriosa,
me desequilibre al saber que era tu recuerdo el que me movía las entrañas
y me anestesiaba la piel en cada roce.

Ahí estabas, atrevida,
encima mío,
jugando con la cabeza a ese juego de "imagina que" podría pasar...

Y perdona el atrevimiento de algunas madrugadas,
perdona por dejarme caer en tu vacío en media noche,
por no cerrar con llave,
por dejar que suene esa música banal y que después de este tiempo tan difícil,
pueda rebañar,
en las horas de mi inconsciente,
la curiosidad de volver a tenerte.


Sheila.