martes, 25 de febrero de 2014

Remiendos en el corazón.



Lo que me gusta de ti,
no eres tu.

Lo que me gusta de ti,
son aquellas paredes que se derrumban
cada vez que tu te desplomas en mi cama,
apareciendo en medio de un paraíso perdido,
sin ruidos,
donde las gaviotas salen de la habitación,
y un olor a mar se cuela entre las sabanas
y tus labios tienen sabor a sal,
trayendome el verano, en pleno invierno.

Lo que me gusta de ti,
es lo que no ves, ni ven.
Es tu aire colandose por mi nariz,
tus palabras dormida que nadie escucha,
pero que yo,
tengo la suerte de verlas salir de tu boca.

Lo que me gusta de ti,
soy yo (contigo),
despertando la esperanza
de que entre tanto pajar,
encontré una aguja
dispuesta a hacerme remiendos en el corazón.


Sheila.



lunes, 10 de febrero de 2014

Jinete de emociones.





Se mancharon mis paredes con el rojo atardecer 
de esa tarde que caía derramándose del horizonte lejano.
No puedo describir ese olor desconocido.
Es como el olor de cuando algo nace,
olor a vida.
No se respiraba alquitrán, ni humo,
No se respiraba prisas, ni agitaciones.
Aire libre de intoxicaciones.

Aquella mujer me pedía que me quedase un poco más con ella,
que me olvidase de los interrogantes que me presentaba el mundo que había tras la puerta,
Me acogía en sus brazos,
me estrujaba sobre sus pechos.
Siempre repetía:
“Aquí estarás bien, 
no abriré más la puerta cuando llamen las decepciones,
ni cuando venga aquel arquero que te hizo tanto mal.
No pasaran aquellas sombras que delataban el arma blanca 
que muchas personas escondían tras la espalda.
Yo no te dejare jamás.”
Recuerdo angustiada tanto sus palabras.

La quería por su tranquilidad momentánea,
pero esa tranquilidad venia sola,
como estaba yo en ese momento…

...porque esa mujer era la Soledad.

Conviví con ella un tiempo,
hasta que decidí tomarme unas vacaciones
montándome en este tiovivo,
lleno de subidas y bajadas,
tan decorado de tragos amargos,
dulces, rojos, negros...
Rodeada de tanta gente que grita asustada
y tanta otra que se divierte de los altibajos de ese caballo
que es tan tenaz y ciego
diriguido como la maquinaria de cualquier otra atracción
por alguien que desde algún sitio,
hizo que nos cruzasemos en nuestro destino.
Rodeada de emociones a cada instante,
mire donde mire.

Me atreví a subir,
a vivir sin esa mujer por un tiempo
hasta que apareciese de nuevo el vértigo aquel,
tan amigo de esa mujer cálida "Soledad" ,
que te espera con un abrazo
cuando estés dispuesta a bajar mareada,
por la embriaguez que produce el hecho de ser jinetes
en el tiovivo de emociones.




Sheila.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Imagina que.




Vamos a jugar por última vez.

Imagina que salen de nuevo del hormiguero
y se meten por debajo de tus sabanas,
cosquilleando desde el pulgar de tu pie
hasta un poco más arriba de tu nuca
y remueven tus ideas,
solo por una noche,
cosquilleando tus deseos
y dándole a tu cabeza una dosis de inquietud.


Imagina que soy de piedra esta vez,
que no hay dolor,
ni amor,
nada
y utilízame física y mentalmente,
a tu capricho.


Imagina que abres los ojos,
y me ves.
Que mueves tu mano,
y me tocas.
Que despiertas,
y me escuchas nombrarte en sueños.
Que respiras,
y me hueles.
Que me besas,
y me sientes de verdad,
que me tienes en esos cinco sentidos que poseemos.


Imagina que te imagino.
Imagina que por un momento no tenemos que hacerlo
y en un simple pestañeo,
me habre perdido de nuevo.



Click.

(Despierta)

Fue un sueño,tranquila.




Sheila.