lunes, 27 de abril de 2015

Del pasado y por siempre.


A veces me gusta imaginarme detrás de otra piel y así poder verte de cerca. O ser hoja de aquel árbol que da a tu ventana y espiar detrás de un nido la forma en la que amaneces cuando te da el primer rayo de sol de la mañana en la cara. Me gustaría verte en blanco y negro y sonriendo, en color sepia hace años o en colores vivos cuando miras. 

A veces voy por la calle y te imagino en las caras de las personas, en el reflejo de los escaparates, en los asientos de los coches que cruzan por mi lado o viviendo en algunos de los edificios que forman esta ciudad. Te imagino haciendo tu vida sin mí, te imagino feliz, paseando por los parques, te veo mirando a los ojos, riendo, excitada y llena de vida.

Pero solo hago eso, imaginarte, porque me gusta verte libre, aunque tu libertad limite en la frontera de unos brazos que no son los míos. Como estoy yo, en unos brazos que no son los tuyos, pero libre la una de la otra. Y llegaré a esos labios que se apoyan en los mios y me besan, viviré acorde con su mano, le amaré, pero no seras tú, y en algún momento, por un instante, tanto tu como yo, nos imaginaremos libres con nuestras vidas, pero atadas al recuerdo de aquello inexistente y poderoso que no fue, ni será, porque vivimos amando, y no hay mayor delito que hacer sangrar a un corazón, por culpa del gran misterio de unos labios que jamás probaré por la cobardía respaldada de tan sediente deseo como es sentirla conmigo.

Sheila.


miércoles, 22 de abril de 2015

Tus fantasmas.

Cerró los ojos.
Volvió a su infancia y sentada en el sofá,
sostenía una foto de la mujer que aún no ha llegado a ser.

¿Qué pensara la niña que era, de la adulta en la que se ha vuelto?,
¿Serían los fantasmas de su infancia los que arrastrarían sus arrugas?,
¿Habrá logrado superar la inseguridad de tantos tabús que le produjeron?.
Los malditos tabús ignorantes,
impuestos por normas,
en colegios, familias…generación en generación.
El miedo, las consecuencias de los tabús.

Esa adulta sigue siendo el resultado de los fantasmas de la infancia,
porque al fin y al cabo,
somos eso,
traumas del pasado, de infancia,
aquella etapa tan susceptible, sensible que marcará el adulto que eres.
Aquella en donde,
o te mantienes encima de la raya “siendo lo que quieren que seas”,
o te caes a un lado y se te echa encima el escaparate entero de tan ignorantes enfermedades: prejuicios, estereotipos, directrices, normas según tu género, costumbres ..
que provienen de los tabús del pasado,
del miedo creado no ya en ti,
sino en lo que piensen los demás.


¿Qué le diría la adulta que eres a la niña que fuiste?
Retírate de la raya, cae hacia un lado,
los fantasmas no existen,
son solo recreaciones que han creados los demás en ti.
Vive, abre puertas, tu mente y romperás tabús,
y así la adulta que eres,
podrá demostrar a la niña que tendrá,
que puede ser de todo en este mundo,
menos miedo.


Sheila.