Me canse
de buscar esa estabilidad que siempre acababa en lo mismo. Los mismos planes,
los mismos horarios de Lunes a Domingos, los mismos minutos que durabas
despierta en la cama y las mismas horas que tardaba en dormirme yo, las mismas
emociones sin sobresaltos, la misma energía que podíamos haber gastado arrancando
las sabanas.
Ahora solo
vivo. Vivo solo el ahora. Grabando los buenos días en mi cabeza y alargando
cada noche un poquito más, esperando ¡qué sé yo! Quizás algo que me sirva como
amante de entretiempo que me cure noches como estas, que no me haga caer en
barrancos donde el barro no deje subir.
No pido ni
oro ni plata, sino calor en la espalda en las noches más frías, dormirme entre
un suspiro humano y no con el de pesadillas o un simple desayuno en la cama
aunque sea una vez al mes solo para sentir que no estoy desaprovechando el
tiempo, solo para tapar agujeros en las noches. Sin embargo, se porque es tan difícil,
todos buscamos lo mismo: calor. Ese calor que vale más que el oro, por eso
pocas personas lo consiguen.
A lo mejor es porque no es tan sencillo, o si lo es pero nosotros los humanos nos empeñamos en complicarlo, por lo que vale tanto la alegría como la pena dejarse la piel en encontrarlo, sabiendo de antemano que este se presentará cuando menos lo busques y de la manera que no te esperas
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