Siempre
le he visto un punto erótico a la hora de la siesta. Justo en ese momento donde
la persiana esta bajada y se cuela la luz por esas las pequeñas líneas. Esa luz
que ahora mismo no me importaría que te calentara las piernas con los pequeños
rayos de sol, mientras yo observaría cada reflejo en tu piel como un niño
cuando se queda embobado viendo una burbuja en el aire.
Estoy
borracha de melancolía y por eso escribo, porque escribiendo digo más de lo que
hablo y pienso menos que de puertas para fuera. Así que déjame que te cuente que
en este estado de embriaguez me encanta bajar las persianas para poder ver todo
de una forma tenue y no asustarme. Como todo en mi vida, ni demasiado
brillante, ni demasiado oscuro, pero con la suficiente luz que ayuda a ver las
cosas justo en el punto medio que regala distintos prismas. Como esos rayos de
luz que se cuelan en este mismo instante por mi ventana alumbrando esas piernas
imaginarias.
Lija
y terciopelo o como siempre entre el brillo y la oscuridad, pero aprovecha que
están las persianas bajadas, para poder regalarte un bonito cumplido sabiendo
que te dibujaría en cada poro de la piel un rayito de luz aunque de la puerta
para fuera vuelva la incertidumbre y la nubosidad de este pensamiento tenue.
Sheila.
Imposible no admirar tu manera de ver la vida, de describirla en tus palabras y que tan generosamente compartes en este espacio
ResponderEliminar