martes, 17 de diciembre de 2013

De guerreros y armas.




Es imposible retirarse a tiempo
cuando la cremallera de tu silencio se abre
y pronuncia mi nombre,
cuando veo como se te van desabrochando las ganas.

Entonces saco mi bandera blanca
y mi cuerpo se rinde en son de paz hacia en tuyo.
Me vas despojando de mis armaduras,
mientras que tus dedos salvajes me atacan
y me van matando esas ganas de luchar por mi.

No conozco argumento más convincente que tú buscando guerra,
una guerra por salir de un corazón dudoso sin destino.

Firmaría tres mil treguas en tu piel,
te contaría el trato bajito y al oído
si algún día tuviese huevos de hablar,
y no de callar.

Diez guerreros se apoderarían de tus caderas,
cinco en cada curva,
el viento llevaría mi aliento tan fuerte
que te retiraría el pelo de tu cara,
clavándome un dardo más.

Abriría las compuertas para dejar salir
una corriente de agua que recorriese el sendero
de tu cuello hasta el pecado más dulce
que jamás hubieses probado.

Firmar una tregua contigo
es uno de los mayores pecados que he podido cometer.

Y tu sin embargo,
con armaduras de hierro y escudo
ante mi desnudo.
Y tu sin embargo,
como siempre,
creando hogueras sin querer quemar a nadie,
intentando salir ilesa,
mientras que yo me derrito
cada vez que sacas tu bandera negra con la calavera.

Te espero hasta cuando crees que me has matado,
hasta cuándo ni sabes que he resucitado,
hasta cuándo ni existes.



Sheila.

1 comentario:

  1. Fuuuaaa... es que es sentimiento en estado puro, sin contagios, sin historias, sin disfraces ni máscaras, sino como tú bien dices totalmente desnudo, transparente y entregado... pfff Lo tuyo es un don y no me refiero al hecho de saber escribirlo de esta manera (que también)

    ResponderEliminar