miércoles, 20 de abril de 2016

Carceleros omniscientes.


Vivo en una baldosa blanca en la que limito en sus vértices amarillentos.Vivo aquí, porque salir de estas cuatro líneas me conduce a un desequilibrio vital.

Tu también lo haces.

Yo aquí, tu allí y todos en cada uno de esos cálidos cuadriláteros, no vaya a ser que un día nos de por sacar el pie y caigamos al vacío. Aún así, estamos en el sitio correcto, donde debemos estar. En esta áspera y cruda baldosa, a la que le crecen paredes cada día y en la que temo el momento que toque techo y mi luz se oscurezca.

Aun así, estaremos donde tenemos tenemos que estar;
porque así, no nos equivocaremos.

Así, no volaremos en las alas de la libertad y no sentiremos el sabor crudo de chocar contra los barrotes de la opresión cuando nos suelta. Viviendo escuálidos en este triste baldosín, podremos crecer con un molde que nos prepare para saber comportarnos en esta vida; vida, que es lo único que tenemos y por ello, es mejor chocar contra la pared de la resignación y no abrazar la soledad de vuestra llamada desviación. Porque en estas cuatro paredes no nos habéis hablado de miedo, porque gracias a vosotros nos hemos convertido en esclavos. Y los esclavos son los productores del mañana, que es vida para hoy.

El problema lo tienen aquellos que contra la ley de la gravedad, intentan volar para romper este techo que cierra este triste habitáculo. El problema es que ellos conocen el miedo, saben lo que es el sabor de estas cuatro paredes que les asfixian y aún así, tienen la desfachatez de caer al vacío. Desequilibran el control,el poder y nos hacen pensar que más allá de nuestras baldosas hay vida y se convierten en despojos sociales.

Y es por esto, por lo que el problema habita en aquellas almas regladas en su propia ignorancia,
donde en algún hueco de su tímida consciencia,
sonará la voz de aquellos locos,
que emborrachados de cordura,
lucharon por su libertad,
y la tuya.


Sheila.






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